reflexións in phenomenological sociology
El Horizonte intramundano
©Por Abdel Hernandez San Juan
Alive present is the ultimate, universal and absolute form of the transcendental experience in general
Jacques Derrida
Form and Wishes to Say, Notes on the Phenomenology of language
Porque no simplemente aceptar los mundos de vida en su tácito transcurrir como transcurren y se presentan al ordinario decursar entre el conjunto de actividades que desarrollo como individuo o desarrolla cualquiera dentro de las pragmáticas de la vida diaria con los órdenes que ello contempla entre el día y la noche?. Infinidad de motivos que son interiores a nuestro decursar de vida, tornan nuestra atención hacia los mundos de vida sin que aun nuestra pregunta por ellos se dirija a precisarlos como una cuestión del conocimiento o el research, estos modos de volver la atención sobre ellos vienen implícitos a fenómenos que están dados en su propia racionalidad interna y en necesidades que los mundos de vida traen y conllevan.
En los mundos de vida transcurren nuestro estilo de vida, en ellos desenvolvemos y disfrutamos la vida solos y acompañados, a la vez que en ellos desarrollamos actividades encaminadas a nuestros fines y metas prácticos en los ámbitos que envuelven tanto nuestras relaciones afectivas e intersubjetivas, como nuestras actividades económicas, profesionales y laborales, por lo tanto reparar en ellos es consustancial al hecho mismo de encaminar en ellos el desarrollo de estas actividades y ámbitos.
Pero los mundos de vida suponen unas cuantas cosas más que aquellas en las que ordinariamente reparamos y la necesidad de ir más allá en esta comprensión está encaminada por un lado a enriquecer nuestros conocimientos a modo de que el reparar sobre ellos que es implícito a ese encaminar en ellos sus distintos ámbitos se enriquezca y por el otro a, una vez mejor conocidos, entender como proveen recortes nuevos y distintos para la epistemología en que trabajan de modo diferenciados y únicos la producción de conocimiento, abarcando todas las preguntas consustanciales al conocimiento mismo, el modo en que trabajan los conceptos y se relacionan entre sí.
Precisare a continuación una serie de conceptos que he desarrollado a propósito de mi propio reparar en ellos.
El primer concepto que deberemos atender y conocer es mi concepto de “mundo envuelto” el cual es requerido para entender los mundos de vida. Si hacemos un esfuerzo por reparar en nuestros mundos de vida y tomamos distancia hacia ellos intentando definirlos de inmediato observaremos que nuestra tendencia habitual es a situar en el horizonte de nuestra mirada, de nuestra atención visual, un conjunto de espacios físicos, locaciones, sitios y lugares en los cuales habitamos y entre los cuales transcurren nuestras cosas.
Estos lugares, sitios, locaciones, emplazamientos y espacios de habitad, contemplan el hogar o la casa donde uno vive y los lugares que visita diariamente tales como el centro de trabajo durante la semana, y los lugares de esparcimiento, recreación, mercado y comunicación que suponen cada semana y mensualmente actividades que desarrollamos alrededor de nuestros placeres, nuestras necesidades y nuestras comunicaciones, ir de mercado, cocinar, leer, escribir, comunicarse con personas, atender familiares y amistades, salir de paseo.
Sin embargo, tan pronto desplegamos en la imaginación visual frente nuestra esta sucesión de locaciones, sitios, emplazamientos, actividades e intercambios con personas, nos percatamos de que el despliegue que hemos hecho allí afuera, como en las maquetas, no coincide con el modo como vivimos y experienciamos, como nos hacen sentido en los mundos de vida esos mismos lugares y personas. Una especie de maqueta o escenografía inmóvil de sitios más o menos ordenados, más o menos dispersos, un living room, un mercadito, un portal, una oficina, un lugar de recreo, en los cuales como en los planos en que se anteproyectan maquetas, se colocan figuritas de cartón, banquitos de papel y figuritas de poliespuma a la escala sugiere un cinema mudo que en nada coincide con cómo vivimos, experienciamos y hacemos sentido en los mundos de vida a esos mismos espacios, lugares y personas.
Describir simplemente lugares, sitios, emplazamientos y situar en ellos personas no se parece en nada a esto en lo que consisten los mundos de vida. Si nuestra propensión para reparar en ellos cuando surge la pregunta que son los mundos de vida, como se definen, en qué consisten, como entenderlos, es a tornar la mirada sobre un despliegue visual de sitios en los cuales distribuimos personas, incluyéndolo a uno mismo, e intentamos imaginar que estas personas hacen entre sí, conversan, caminan, discurren solitarios en torno a algo, de inmediato caemos en el hecho de que nuestra propensión exterioriza los lugares en la imaginación visual o los describe, adquiriendo los mismos una forma distinta a aquella relativa a cómo vivimos y experienciamos esos mismos lugares y relaciones a personas los mundos en que transcurre nuestra vida.
Antes bien, todo lo contrario, los mundos de vida están envueltos, no se distribuyen en ellos las cosas como se disponen figuras en un fondo. El carácter envuelto de los mundos de vida supone cuestiones profundas de fenomenología y de hermenéutica. El carácter envuelto de los mundos de vida desde el punto de vista fenomenológico conlleva todo un desarrollo pues sin mundo fenomenológico envuelto no se podría entender aquello que los mundos de vida suponen para la experiencia, para el discurrir mundano, para la vivenciacion, el modo como se experiencian y vivencian, en que transcurren y aquello en lo que consisten para uno en el mundo y para uno en su relación a los demás.
Ambos puntos de vista, fenomenológico y hermenéutico pueden ser comprendidos en modos relativamente independientes pues suponen comprensiones relativamente autónomas, pero a la postre y en realidad, están imbricados y estrechamente relacionados uno en el otro.
El concepto más exterior y sin embargo también interior al carácter envuelto de los mundos de vida es la pertinencia, podríamos decir que las pertinencias ordenan en el carácter envuelto de los mundos de vida la urdimbre del sentido común, ellas organizan y proveen a los mundos de vida su trama tacita, los mundos de vida son pertinentes.
He recurrido a este concepto de exterioridad fenomenológicamente a modo de no dar la impresión con lo antes dicho, mi critica a la distribución de personitas de papel en banquitos de cartón sobre maquetas de lugares sin relaciones entre sí, de personas y situaciones como si fueran maniquíes, de que el carácter envuelto de los mundos de vida niega o supone un interiorismo tan subjetivo o supeditado a la experiencia de la vivenciacion individual que sería un modo de volver sobre un interiorismo subjetivista.
Aunque el carácter envuelto de los mundos de vida supone si subjetivismo e interioridad para la experiencia, estás se ordenan alrededor de la vivencia, del presente vivo y por lo mismo en tanto le hacen sentido a la persona en sus relaciones y comunicaciones intersubjetivas, por el mismo motivo, el mundo de vida está en su mundano transcurrir articulado de acuerdo a y según relaciones y comunicaciones para consigo y los demás que suponen las pragmáticas de la vida cotidiana.
A modo de cierre sobre el pliegue de esta exterioridad primera, en vez de lugares, sitios, emplazamientos y figuras a escala, la exterioridad de los mundos de vida puede ser definida por la pertinencia, las pertinencias organizan el mundo de sentido común, ellas distribuyen y disponen, ordenan y hacen posible la adecuada exterioridad en un mundo envuelto, es decir, el modo en que puede tornarse fenomenológicamente hacia su exterior un mundo envuelto que hace sentido y en el que transcurre nuestra vida.
No se trata de que nuestra vida en los mundos de vida no transcurra en su presente vivo entre lugares en la soledad o entre personas, se trata de que el modo de ir a estos lugares o de estar en ellos en los mundos envueltos de la vida, y a estas relaciones para consigo y los demás, no se presentan ni adquieren forma y sentido en aquello que los hace mundos de vida, en cualquier modo. La pertinencia estructura el sentido común, sin pertinencia, no habría sentido común, ella está en la génesis estructural del sentido común a nivel fenomenológico y de modo continuo garantiza en el carácter envuelto de los mundos de vida, las estructuras.
Las pertinencias, sin embargo, siendo el modo adecuado de exterioridad que corresponde al carácter envuelto de los mundos de vida, aunque subrayan el pliegue de esta exterioridad primera o exterioridad próxima, contigua y a la vez interior al sentido en lo que respecta a como vivenciamos y experienciamos los mundos de vida, no pasan de, a efectos de la interioridad del sentido en los mundos de vida, volverse inclusivas como horizontes anticipados en las relaciones entre enunciados de explicitación y pragmáticas de los mundos de vida, aunque permanecen todo el tiempo proveyendo ese carácter de mundo tácito en lo respectivo al hecho de que suponen la relación de nuestros enunciados, nuestras comunicaciones y actividades con una estabilidad estructural de sentido común que es adecuada al carácter de mundo envuelto, a la adecuada relación en ellos de vivenciacion y experiencia, ellas por sí mismas no explicitan infinidad de otras cuestiones que están supuestas en el carácter envuelto de los mundos de vida.
Volveré sobre ellas más adelante por cuanto también se presentan, aunque relacionadas a la misma estructura de sentido común cuyo carácter tácito proveen, en la comunicación intersubjetiva y en las relaciones intercorporales.
Los mundos de vida son mundos envueltos por muchos otros motivos fenomenológicos y hermenéuticos que suponen, por un lado, el carácter monádico de la experienciacion y la vivenciacion fenomenológica, primero, lo interior y lo exterior, segundo, lo uno y lo múltiple, el uno mismo y lo distinto, el sí mismo de uno mismo y el sí mismo de cualquier uno que se presenta a lo uno de uno mismo como lo demás o lo múltiple de muchos unos, de la relación entre la monada, lo uno singular, con su interioridad, desde cuya capilla, el cuerpo y sus impresiones, es a la vez procesado el mundo exterior en la subjetividad, y vivido en su objetividad, la experiencia del mundo vivida siempre desde el interior fenomenológico del cuerpo, sus impresiones y su relación con sus afueras, lo infinitamente singular como acaece a cada monada y la convalidación de que otras monadas lo experiencian en un modo similar aunque heterogéneo.
Por otro lado, la experiencia subraya el orden más interior a la vivenciacion y al sentido como se dan y se nos dan las cosas en el ordinario transcurrir. Finalmente, tenemos la pragmática de la vida cotidiana que supone comunicaciones, relaciones y actividades.
El carácter monádico de la experienciacion y la vivenciacion fenomenológica está en el centro del carácter envuelto de los mundos de vida por cuanto estos son experienciados por cada monada y por todas las monadas entre lo uno de cada una y lo múltiple de muchas. La monada subraya el procesamiento y la vivenciacion única del mundo por una monada singular a la que los mundos de vida transcurren, y al mismo tiempo aquello que es monádico para muchas monadas y en que todas confirman relacionarse a un mundo.
Sin monada no habría mundo, ella subraya y confirma, al ser ella misma el pliegue de lo interior y de lo exterior, lo primero en lo último, y lo segundo en lo primero, justo en el modo adecuado en que es vivenciado y experienciado por la persona una, como por todas las personas, que aquello que convalida un mundo en la subjetividad, las impresiones y las sensaciones, no sería mundo sin la monada, podría ser cualquier otra cosa, quizás realidad, pero no mundo.
En el mundo se reúnen lo subjetivo y lo objetivo, sin subjetividad la objetividad no podría reproducirse, es decir, tener continuidad, permanencia, estabilidad y repetición, sin objetividad, la subjetividad no podría reproducirse, tener continuidad, permanencia, estabilidad y repetición. Al mismo tiempo la monada confirma, acabamos de verlo con las pertinencias, los modos de exterioridad que son adecuados a la vivenciacion y la experienciación como se presentan al carácter monádico de su procesamiento y a la inversa los modos de interioridad que son adecuados a formas de la exterioridad, acabamos de verlo en nuestra contraposición inicial respecto a modos adecuados de ir a lugares, emplazamientos y locaciones, según la monada conoce como esas exterioridades son procesadas en aquello que las hace mundo y aquí, mundos de vida.
Dado que la monada subraya la relación entre lo uno y lo múltiple, entre lo que es uno de uno mismo y en uno mismo, a la vez que el uno mismo de cualquier uno, en lo múltiple o la multiplicidad, ella hace el trabajo de adecuar la relación entre lo interior y lo exterior no solo en lo que respecta a la experiencia directa, la confirmación de los sentidos inmediatos, los “inmediaces senses”, sino también en el análisis de los conceptos, ella organiza el tamiz y la filigrana a través del cual lo subjetivo y lo objetivo, lo interior y lo exterior se relacionan.
Ella es decisiva para la comprensión del carácter envuelto de los mundos de vida a nivel fenomenológico y aunque lo es menos en el nivel hermenéutico no deja de continuar presente también en la hermenéutica por cuanto aunque esta última es menos monádica, la monada continua allí supliendo comprensiones necesarias. Podríamos decir que la monada es decisiva y central en el nivel fenomenológico respecto al carácter envuelto de los mundos de vida, en tanto suplementaria en el hermenéutico a la vez que reiterar, central aquí, que el concepto mismo de mundo, de cualquier mundo, la idea misma de mundo es, a nivel fenomenológico, enteramente monádica, sin monada, la sensación, el sentido y la convalidación de un mundo, de cualquier mundo, y aquí, de los mundos de vida, no sería posible.
La experiencia es el concepto principal de los mundos de vida porque desde ella todo sale y a ella todo regresa, en ella todo se desarrolla y desenvuelve y en ella todo se recoge, pero los mundos de vida suponen actividades, decursares, aconteceres y comunicaciones relacionados a la pura vivenciacion, al puro trascurrir de actividades ordinarias y mundanas, y sobre todo, a las pragmáticas de la vida cotidiana que no pueden ser agotados ni en la experiencia, ni en la monada ni en las pertinencias.
Me extenderé en la experiencia más adelante por ser la más conocida por todos y tratare en lo posible de extenderme, proponer y desarrollar aquí sobre aquello que ha sido menos trabajado y por lo mismo menos conocido respecto a los mundos de vida que definiré como “el horizonte intramundano”, con este concepto de horizonte intramundano los aspectos fenomenológicos y hermenéuticos de los mundos de vida comienzan a relacionarse, las actividades comunicativas de diverso tipo, expresivas individuales o intersubjetivas se imbrican con y en los mundos de vida y sus pragmáticas desenvolviendo y tramando el carácter intramundano de los mundos de vida.
Los mundos de vida en sentido únicamente fenomenológico, aunque son mundos envueltos no son aun intramundanos, el carácter intramundano de los mundos de vida, es consecuencia de varias formas a través de las cuales la hermenéutica de los mundos de vida entra a formar parte en la fenomenología de los mundos de vida. Seamos precisos aquí respecto a la hermenéutica, esta requiere algunas precisiones y aclaraciones en la fenomenología de los mundos de vida, precisos también respecto a las diferencias entre fenomenología y hermenéutica a modo de luego entender en qué modo se relacionan e imbrican en el carácter envuelto de los mundos de vida.
La fenomenología puede ir de lo muy abstracto a lo empírico y concreto, de una elaboración sobre el fenoménico del espíritu o la intuición, donde las apariencias fenoménicas no vienen dadas en el modo de una forma en la que se explicitan empíricamente, pero a las cuales la elaboración fenomenológica procede en recurrencia a la intuición o la experiencia, un buen ejemplo, para no ir a lo muy abstracto, podrían ser los esfuerzos por alcanzar la fenomenología de las motivaciones autorales en una obra de arte según las apariencias que esta misma provee, sin aun conocer cuáles han sido esas intenciones autorales, recurriendo a conocimientos sobre cualquier conciencia, por ejemplo, o a sobre como relaciones entre tramas, enunciados y modos de disponer situaciones en mundos sean estos de ficción o de experiencia, serían en cualquier caso ordenadas por algo así como una conciencia autoral, desde ello hasta lo contrario, la fenomenología puede discurrir el fenoménico de un fenómeno empíricamente constatable como pueden ser la tecnología, los ambientes, la ciudad, la moda, una obra de arte o la comunicación entre personas.
En Kant, por ejemplo, la experiencia de abstraer a prioris es fenoménica porque en ningún modo conocemos los a prioris que no sea en la intuición de los mismos en la experiencia sensorial, lo que se fenomenologiza aquí es la puesta en relación de una intuición y de una abstracción conceptual.
Algo que no tiene correlato empírico, que no se ha vivido en la forma de una empiricidad corroborable o constatable afuera, es conocido sin embargo por la experiencia intuitivamente, aunque esta no se haya percatado de ello.
Cuando a través de la abstracción conceptual el análisis lo explicita distinguiendo a la vez que precisando los aprioris del racionamiento puro, los aprioris del razonamiento practico y los aprioris del razonamiento estético, la experiencia confirma que efectivamente hay apriorismos para cada uno que los separa y los hace distintos a cada uno en su pureza, pureza que se explicita y corrobora luego en el modo en que requieren estar separados para ser específicos respecto a su comprensión y a su práctica.
La fenomenología que hace aquí el análisis no se atiene a un objeto empírico exterior en el cual confirma algo, sino que vuelve abstracción conceptual una distinción que solo la experiencia conoce. No se fenomenologiza aquí tampoco la abstracción de un espíritu o una forma, sin embargo, tan pronto se abstraen los aprioris como formas conceptuales, vueltos formas de la explicación analítica, la experiencia los confirma en la intuición de sus tres formas vividas, lo puro racional, lo puro práctico y lo puro estético.
Sabemos que en Kant no tenemos aún fenomenología como esta se desarrollo posteriormente, sino a penas sus modos en ciernes, pero lo que quiero subrayar es que se refiera a la puesta en relación de una abstracción conceptual con una intríngulis de los sentidos conocida por la intuición, o se refiera al volver fenoménica la abstracción de una empiricidad constatable, la fenomenología siempre opera poniendo en relación la expresión fenoménica, apariencial, de cualquier fenómeno, es decir, relacionada a su forma que suponemos relativamente exterior por cuanto se confirma en la apariencia, y su supuesta esencia o aquello que la define en sus sustratos o estratos, fenomenologizando así en la abstracción de un concepto algo que solo la intuición conoce en la experiencia, pero que no es constatable afuera en el mundo de los datos empíricos, en este ejemplo los aprioris, o a la inversa, puede abstraer y proveer la fenomenología que corresponde a algo enteramente empírico, constatable por la observación y la descripción.
La hermenéutica procede distinto, en esta no abstraemos la apariencia de algo para poner en relación su expresión fenoménica con su esencia o su supuesta esencia, sino que procedemos a interpretar y a dar sentido a una forma, no queremos poner en relación una forma como apariencia con la expresión profunda de su esencia tratando de averiguar su ontología o su sustrato, no procedemos a dar con lo inmanifiesto a través de lo latente, damos por sentada una forma, la aceptamos como es por aquello que en ella nos hace sentido y procedemos a interpretarla, a leerla y a darle sentidos.
Precisadas estas diferencias entendemos que el carácter envuelto de los mundos de vida a nivel fenomenológico explicita nuestra puesta en relación de las impresiones, sensaciones y acertijos del mundano transcurrir con las formas que corroboran en nuestra experiencia fenoménica el carácter envuelto de los mundos de vida, monádico respecto al cuerpo, el habitad, los ambientes y las relaciones entre lo que es interior y lo que es exterior tanto en lo espacial, habitad, arquitectura, surroundings, como en términos de subjetividad, en tanto el nivel hermenéutico de los mundos de vida se refiere no a puestas en relación de formas con acertijos, impresiones y sensaciones con corroboraciones, sino a relaciones de sentido e interpretaciones.
Ahora, volviendo sobre el punto que anunciaba antes, son requeridas algunas precisiones concisas sobre la hermenéutica en los mundos de vida. Decíamos que gracias a los modos como se imbrican la hermenéutica y la fenomenología en los mundos de vida, el carácter envuelto de los mundos de vida, adquiere la forma de horizontes intramundanos, sin hermenéutica, no habría horizontes intramundanos, tendríamos mundos envueltos fenomenológicos, monádicos, pero no tendríamos la intramundanidad de los mundos.
El carácter envuelto de los mundos de vida concierne en primera y última instancia a nuestro mundano transcurrir porque la hermenéutica, es decir, las formas dadoras de sentido, traman los mundos de vida en formas de sentido, explicitación y comunicación que participan en la definición del mismo discurrir de la práctica de la vida en que se relaciona lo que hacemos bien sea en la pura vida o en el trabajo entre fines y metas, o entre experiencias y referencias a ellas, con lo que desarrollamos de ello en su sentido interior continuándolo o retomándolo, ello por un lado en su pragmática, por el otro, la comunicación intersubjetiva y la práctica que conlleva.
Es requerido adelantar aquí que en los mundos de vida la hermenéutica no se refiere aquí a la puesta en relación de una forma interpretativa y una forma textual, sino antes bien a una pragmática de los mundos de vida en la que transcurren nuestras actividades, esas mismas que desarrollamos en el transcurrir de nuestros días, nuestro diario y mundano transcurrir, y donde entonces todo lo que se hace susceptible a nuestras impresiones, a nuestra mirada, a la vivencia de nuestros ambientes y espacios se presenta a la vivencia y la experiencia como mundo envuelto, incluyendo también la pragmática de nuestras comunicaciones intersubjetivas.
Indudablemente el carácter intramundano de los mundos de vida se compone de actividades de comunicación intersubjetivas entre personas y hablantes que intercambian enunciados, pero no solo de ellas, también en los mundos de vida deviene intramundano la sola puesta en relación de actividades entre el día y la noche, los modos como en nuestros soliloquios de vida discurrimos darle forma, sentido, orden y decursar a lo que hacemos, damos sentido a lo vivido, volvemos sobre lo experienciado y ofrecemos diaricidad a lo sucesivo según damos sentidos a nuestras propias experiencias, a nuestras vivencias, así como según en la pragmática de los mundos de vida definida por actividades de diverso tipo y orden, damos sentido, las cosas nos hacen sentido y les damos sentido.
En pocas palabras, aquí la hermenéutica deviene una actividad interior a la práctica, la practica misma de la vida cotidiana supone en la sucesión de actividades, los modos en que la hermenéutica hilvana, discierne y trama el horizonte intramundano de los mundos de vida, que estamos haciendo ahora, que haremos en unos minutos, que relacionara una actividad con otra o momentos de una actividad entre sí, hacia donde encaminaremos algo que desarrollamos, todo ello se hilvana y discierne en relaciones hermenéuticas, dadoras de sentido o elucidadoras del sentido que las cosas mismas nos hacen y es por lo mismo, junto a la fenomenología que supone, una actividad hermenéutica.
A pesar de ello, las comunicaciones entendidas como relaciones intersubjetivas tienen una gran importancia en lo que respecta al carácter intramundano de los mundos de vida por cuanto sumergidos a lo profundo e intrincado de los mundos de vida, de su mero y mundano decursar, nuestro diario transcurrir no se conforma solo de actividades solitarias, aunque también de estas, sino que envuelve la relación de nuestras actividades con otras personas en relaciones intersubjetivas que forman parte en las pragmáticas de los mundos de vida.
Antes precisemos que los mundos de vida en la medida en que suponen las pragmáticas de la vida cotidiana consisten en actividades que desempeñamos en la vida, en primer lugar la vida misma como una actividad, el presente vivo, y en segundo lugar las pragmáticas de esas actividades que envuelven varios ordenes, comunicaciones y relaciones, fines y metas, artes de vida, el arte de vivir, estos ordenes pueden relacionarse entre sí más o menos, según nos desplacemos de actividades que corresponden al tiempo libre, estilo de vida, disfrute, placer, esparcimiento, entretenimiento, recreación, hacia el tiempo de trabajo, escribir, leer o desempeñar nuestras profesiones en el ámbito de carrera y laboral.
La comunicación aquí abarca la comunicación individual y las comunicaciones intersubjetivas, estas dos formas de la comunicación se extienden e imbrican en los mundos de vida llegando a volverse parte de la urdimbre de los mundos de vida. Cuando la pragmática de la comunicación individual y de la comunicación intersubjetiva se presenta como una actividad decisiva en los mundos de vida, surge el horizonte intramundano.
La mundanidad de un mundo en primer término a nivel de su inmediaticidad es su diaricidad, su sernos mundano de modo estable y continuado, la inmediaticidad del mundo es pues correlativa a su mundanidad, algo que viene implícito a su diaricidad, su repetitividad y ritualidad devienen ordinarias, un mundo es mundano cuando extendido en las actividades dadoras de sentido que traman la hermenéutica de lo diario, es mundanamente conocido y experienciado en su inmediaticidad, no respecta aquí a un mundo su ser como por primera vez al cual la fenomenología sin hermenéutica puede remitir los mundos a sus formas, subrayar por ejemplo, como he hecho, la forma como las pertinencias ordenan y generan las estructuras del sentido común, es una aseveración fenomenológica muy importante, pero que no dice nada aun de las hermenéuticas alrededor de esas pertinencias según estas se imbrican en la actividad dadora de sentidos.
En la hermenéutica como actividad dadora de sentidos el carácter envuelto de los mundos de vida, deja de tener ese efecto solo fenomenológico de mundo remitido a su conformación, a aquello que lo conforma como mundo a las impresiones, la vivencia y la experiencia, por cuanto la hermenéutica supone también y además en los distintos órdenes y niveles de los mundos de vida las actividades dadoras de sentido que hilvanan lo que relaciona en términos de sentidos y significados la relación entre lo que hicimos antes y lo que haremos de inmediato, entre lo que hemos dicho y continuamos diciendo, entre lo que hemos interpretado, el sentido que nos hace y nuestras siguientes expresiones, solo con la hermenéutica el mundo fenomenológico pasa entonces a ser también un mundo mundano e intramundano, un mundo que ha hecho sentidos, que hace sentidos y en el cual se dilucidan actividades cuyo orden práctico esta henchido de sentidos que son interiores a la práctica, esta forma dadora de sentidos del mundo se imbrica en lo sucesivo con la fenomenología y el carácter del mundo envuelto se presenta como intramundano.
Los mundos de vida devienen intrínsecos e intrínsecamente intramundanos, todo en ellos remite a ellos mismos, las actividades del soliloquio se relacionan e intraimbrican en las pragmáticas del mundo de vida, con las comunicaciones intersubjetivas, y estas últimas con aquellas, la intramundanidad de los mundos de vida es una forma de la imbricación hermenéutica y fenomenológica porque determinados ordenes de experiencia, sentido y tipicidad, no pueden prescindir unos de otros o, en todo caso, si pudieren hacerlo, al menos en su mundano transcurrir no tenderían a ello.
En los mundos de vida sin embargo las pragmáticas relacionadas a la intramundanidad están habitualmente relacionadas sobre todo a la comunicación intersubjetiva. Me moveré pues a analizar aquí el horizonte intramundano dentro del carácter envuelto de los mundos de vida como una forma de las comunicaciones intersubjetivas dentro de las pragmáticas de los mundos de vida. El primer concepto que aparece aquí decisivo a nivel intramundano es el concepto de “horizontes compartidos de expectativas”. Qué son los horizontes compartidos de expectativas?
Para entender los horizontes compartidos de expectativas es preciso remitirse a la comunicación en los mundos envueltos de la vida cotidiana entendida como una actividad en la cual la hermenéutica dadora de sentidos se imbrica con la dimensión pragmática de la comunicación, es preciso entender que los enunciados de esta comunicación no pueden ser aislados como formas del discurso o separados de esas pragmáticas como formas del mensaje, el texto o el medio del discurso, no se trata aquí del lenguaje entendido como la emisión de un comunicado que adquiere una forma en la frase o la oración escrita u oral, ni siquiera teletransmitida, respecto a la cual los intercambiantes de enunciados resultarían emisores y receptores, a diferencia de esta comprensión semiótica de la comunicación, que supedita la pragmática de la comunicación a la pragmática de la información, y sobre todo, del texto emitido a ser considerado por sí mismo en su estructura, en la pragmática de los mundos de vida, los enunciados en formas de la comunicación intersubjetiva son modos de la explicitación y la inteligibilidad.
La pertinencia como estructuradora del sentido común en el carácter envuelto de los mundos de vida, se encarga aquí de desechar y seleccionar que formas de los enunciados corresponden adecuadamente al carácter envuelto de los mundos de vida y pertenecen a estos estableciendo la separación correspondiente a los mundos de vida, donde transcurre mi ordinario transcurrir y en aquel otro orden, que no corresponde a los mundos de vida en que fenomenológica y hermenéuticamente las relaciones intersubjetivas arreglan sus horizontes compartidos de expectativas, es decir, aquello que da continuidad o entabla una relación que los mundos de vida desde sus pragmáticas acogen a sus lógicas y proyectan en el horizonte de sus nexts.
Los nexts en los mundos de vida son como los mundos de vida mismos formas de la “inmediacy”, conocida es por todos la relación entre pragmatismo y contingencia, la pragmática de los mundos de vida supone inmediateces que son contingentes en y para la vida en sus mundos de vida.
A modo de ejemplo pues podríamos remitir infinidad de otros ejemplos mundanos, consideremos un mensaje teletransmitido, este puede en un momento dado ser copy y paste en un file y analizado como frase por su autonomía discursiva, pero este análisis no pasara de ser impertinente a lo que un email es en términos de los mundos de vida para intercambiantes de enunciados en condiciones intramundanas en el transcurrir de la vida cotidiana.
Con una llamada telefónica ocurre lo mismo, aunque podríamos tomar distancia y reparar en ella por las frases que son dichas, observándolas como formas del discurso, semejante distancia hacia una conversación telefónica en los mundos de vida, es extraña y deja de pertenecer al sentido que revisten los enunciados telefónicos en la vida cotidiana cuando están envueltos en las relaciones fenomenológicas y hermenéuticas del mundo de vida y sus contingencias vivenciales, experienciales y prácticas.
Tratar un enunciado en los mundos de vida, como si fuera un discurso o una forma separada del texto, es no asir su sentido y por lo mismo distorsionado, notemos aquí que la relación al sentido no es interpretativa en el sentido de poner en relación una interpretación y un texto, sino que es hermenéutica en el sentido de elucidante, se elucida una relación de sentido porque la hermenéutica y la fenomenología del mundo envuelto remite la forma enunciativa a una explicitación inteligible contingente para la pragmática de los nexts en el mundo de vida.
No significa lo anterior que las elucidaciones de sentido no supongan un mayor o menor margen de asertividad, pero si una forma del enunciado no es explicita en los mundos de vida, al no hacer sentido, no entra a formar parte de los horizontes compartidos de expectativas que son los que relacionan las explicitaciones enunciativas en la sucesividad hermenéutica de los mundos de vida y sus pragmáticas.
Solo allí donde los arreglos hermenéuticos surgidos de las explicitaciones inteligibles, proyectan horizontes compartidos de expectativas, la relación practica entre enunciados de explicitación y mundos de vida, establece los nexts que definen en los “inmediacies”, que pasara a ser sucesivo y continuara siendo parte en los mundos de vida y que no.
Obviamente en los mundos de vida no todo pasa a ser sucesivo, los modos enunciativos que no son explícitos son desechados por la misma relación entre sentido y pragmática en los mundos de vida. Los sentidos de los enunciados en las pragmáticas de la comunicación intersubjetiva en los mundos de vida tienen que ser explicitaciones inteligibles, si no responden a principios de mutua explicitación, dejan de ser enunciados funcionales para las pragmáticas de los mundos de vida, y si no crean horizontes compartidos de expectativas resultantes de arreglos hermenéuticos, son excluidos, con gran facilidad en los mundos de vida cotidiana una forma de enunciación que no responda a la inmediatez practica de los enunciados es inmediatamente desechada, bien porque exige un modo de relación al enunciado que no se adecua a los modos como las pragmáticas de los mundos de vida suponen el orden de las relaciones espaciales y temporales, o bien porque al responder al autotelismo de una forma en si separada de enunciado entendida como discurso, su dimensión resulta inadecuada al carácter práctico de la comunicación en los mundos de vida donde los modos de los enunciados dentro de las formas de la comunicación intersubjetiva e intramundana deben ser modos de mutua explicitación alrededor de las cuales se generan los horizontes compartidos de expectativas que son los que, tanto en la comunicación intersubjetiva, como en el soliloquio individual, dan continuidad a aquellas relaciones, actividades y comunicaciones que transcurrirán en los mundos de vida, que tendrán continuidad y estabilidad en ellos, tanto como en lo que estos en última instancia consisten.
Un mundo de vida es un presente continuo, discreto, mensurable e inmediatamente presente en el que está supuesto y envuelto nuestro transcurrir de vida como individuos, de dos o más individuos o de muchos individuos que traman relaciones en esos mundos de vida, es un mundo actual y presente en el presente vivo que supone comunicaciones envueltas en relaciones intersubjetivas que están a su vez supeditadas a imperativos intramundanos pragmáticos y prácticos.
En el carácter envuelto de los mundos de vida los enunciados y las frases son siempre modos de la explicitación, los enunciados están orientados desde que se forman a la mutua explicitación, la mutualidad es aquí constitutiva del orden de los modos enunciativos, un enunciado está orientado a explicitar y el resultado intersubjetivo de la mutua explicitación, es la conformación intramundana de horizontes compartidos de expectativas.
Los horizontes compartidos de expectativas son formas abiertas del entendimiento que se han establecido alrededor de las mutuas explicitaciones y han tramado con estas expectativas intramundanas de continuidad, es decir, arreglos intersubjectivos que los mundos de vida acogen y proyectan en los órdenes pragmáticos de sus nexts.
Solo cuando los enunciados de mutua explicitación han entablado en las relaciones intersubjetivas horizontes compartidos de expectativas, son acogidos por los mundos de vida y proyectados por estos dentro de su carácter de mundo envuelto como posibilidades intramundanas de continuidad.
Decimos que los horizontes compartidos de expectativas son formas abiertas del entendimiento, porque los enunciados orientados a la explicitación han hecho explicitas unas relaciones de sentido a través de las cuales los intercambiantes de enunciados han arreglado entenderse lo necesario para que los mundos de vida acojan ese modo de comunicación, la racionalidad comunicativa es pues contingente para las pragmáticas de los mundos de vida independientemente de y sin necesidad de recurrir al consenso, los arreglos interpretativos son aquí modos de la adecuación, la interpretación que no se adecua a las relaciones de mutua explicitación que pueden generar los horizontes compartidos de expectativas con sus arreglos intersubjetivos como formas abiertas del entendimiento son excluidas de los nexts en la pragmática de los mundos de vida, esta exclusión, por supuesto, la hace la monada que es la que en definitiva convalida un mundo para sí y para sus relaciones con los demás, convalida cualquier mundo y aquí los mundos de vida entre lo singular y lo heterogéneo en que los mundos se confirman en su ordinario transcurrir con sus pertinencias de sentido común como modo de la exterioridad para muchas monadas.
Los horizontes compartidos de expectativas, remplazan aquí al consenso, no es necesario tanto el consenso alrededor de algo, como lo son los arreglos hermenéuticos que resultantes de la mutua explicitación ponen en perspectiva horizontes de expectativas alrededor de los cuales las explicitaciones entablan sentido para los modos dadores de sentido que en el horizonte intramundano de la comunicación, son acogidos a los mundos de vida. Como he dicho en otra parte, no se trata del consenso entre formas del enunciado por lo que las frases dicen, sino del consenso en que sea la racionalidad de la comunicación, el modo de relación.
Más allá incluso de ello, en el carácter envuelto fenomenológico y hermenéutico de los mundos de vida, las explicitaciones en el horizonte intramundano entablan relaciones con el orden práctico de los mundos de vida que no siempre y en realidad, pocas veces, se disciernen en torno al contenido de los enunciados sino antes bien a lo que relaciona a estos con la práctica de la vida cotidiana.
La dimensión abierta del entendimiento entabla aquí relaciones hermenéuticas intramundanas que son parte de los mundos de vida, acogidas en estos y proyectadas desde ellos en su carácter de mundo envuelto, como parte en sus decursares. Las motivaciones de los participantes, los intercambiantes y los hablantes, se imbrican con la dimensión abierta del entendimiento resultante del carácter de mutua explicitación de los modos enunciativos, la relación entre motivaciones y adecuaciones, remplaza a la relación entre interpretaciones y textos, la hermenéutica dadora de sentidos pone en perspectiva horizontes de expectativas, estos horizontes de expectativas son ellos mismos hermenéuticos y están estrechamente relacionados a los mundos de vida en sus dos formas, fenomenológica y hermenéutica.
Notes
1- Respecto a mi ensayo El Horizonte Intramundano, quiero volver a insistir y precisar que el concepto de mundos de vida supone las pragmáticas de la vida diaria, es decir, el mundo vivido de acuerdo a las actividades y comunicaciones que desarrollamos de modo que aunque un interiorismo y subjetivismo acentuados tienen cabida y son parte suya, un existencialismo exacerbado podría no estar contemplado en el. Como decía en otra ocasión, no se trata de negar la existencia, existimos, pero contra el instrospectivismo constructivista expuesto al pragmatismo y desenvuelto en este último, el existencialismo conlleva desgarramientos con los cuales y alrededor de los cuales, se desgarra todo, la persona y el mundo. Los mundos de vida van por un camino distinto.
La precisión aquí respecto a la hermenéutica en el carácter envuelto de los mundos de vida se mueve más allá del parámetro de la hermenéutica como interpretación de un texto a ser leído, en pocas palabras, la hermenéutica en el carácter envuelto de los mundos de vida, excluye incluso mis tres conceptos de la lectura como los he desarrollado antes respecto a la obra de arte, ni la lectura del texto, ni la arqueológica ni la libre son consideradas aquí, estas formas de la hermenéutica, se refieren a la interpretación de la obra de arte o de otros modos textuales.
No significa esto, que dentro de los mundos de vida y envueltos por ellos en sus decursares, no leamos textos y que dentro de esos mundos de vida en el leer textos no podamos practicar también mis tres formas de lectura desarrolladas para la lectura de textos, pero los ámbitos de los mundos de vida son más amplios que la lectura de textos, estas últimas, no son más que una actividad más entre miles de otras, que ocurren en los mundos de vida y estos últimos, más amplios y envolventes, son fenomenológica y hermenéuticamente ámbitos de vida en sí mismos, los conceptos de fenomenología y hermenéutica aquí son más amplios y como formas del mundo de vida, envuelven a los otros, fenomenología y hermenéutica se imbrican y relacionan para crear el mundo de vida y para conformarlo en su fenoménico y en su mundanidad intramundana per se a y sin necesidad de recurrir a la lectura del texto.
La lectura de textos puede desarrollarse dentro de los mundos de vida como el ámbito en que a lo sumo ocurren, pero los mundos de vida suponen sus propios discernimientos que más amplios competen al decursar de vida y a las pragmáticas de la vida como decursar de actividades incluido el arte de vivir.
Indudablemente, también leemos textos, pre-textos y obras de arte dentro de los mundos de vida, pero estas son actividades subsidiarias en lo que respecta a la hermenéutica de la que estábamos hablando aquí, aquí nos referimos a como la hermenéutica trama y organiza los mundos de vida ellos mimos en horizontes intramundanos, nos referimos a la hermenéutica en la dimensión envuelta del mundo de vida donde la actividad dadora de sentidos está supeditada a la pragmática de las actividades diarias y a la pragmática de las comunicaciones intersubjetivas.
Indudablemente podemos dentro de los mundos de vida hacer interpretaciones sobre cualesquiera cosas, interpretar lo que determinadas personas han dicho, interpretar porque determinada persona se ha conducido con nosotros en determinado modo, interpretar una obra de arte, pero la hermenéutica aquí antes bien aquí es la actividad dadora de sentidos que organiza ella misma el horizonte intramundano de las actividades de la vida cotidiana.
Este concepto de comunicación no se remite ni a la pragmática como la entendemos en semiótica ni a la pragmática como la entendemos en el dialogicismo bajtiniano.
Aunque por mí mismo en ensayos míos he recurrido recurrentemente a aquellos dos modos sobre todo allí donde está envuelta o supuesta la autonomía de una cierta forma textual como puede ser la obra de arte o alguna modalidad de la escenificación, es preciso entender que dentro del carácter envuelto de los mundos de vida donde transcurren las diatribas de la práctica de las artes del vivir y donde las comunicaciones intersubjetivas están imbricadas en los mundos de vida, el enunciado no pasa a ser una forma del mensaje, la emisión o la estructura de la frase.
2-El concepto de mundos de la vida que trabajo en este ensayo implícito en general en todos mis libros y ensayos es una asimilación e incorporación a la vez que reelaboración mía propia original, innovadora y renovadora pero permeada por el desarrollo previo del mismo en Alfred Shurtz y solo en Alfred Shurtz, específicamente mi lectura y estudio de un libro de Shurtz El Conocimiento en los mundos de la Vida Cotidiana. El modo específico en que traigo a mi concepto de mundos de vida una vez reelaborado permeado por los desarrollos de Shurtz, algunos aspectos de los desarrollos de Habermas sobre los enunciados orientados al entendimiento pueden ser ampliados en mis notas a mi ensayo Between Acerbos and Backgrounds.
Bibliography
Habermas Junger, The Theory of Communicative Action 1 and 2, First Manuscript Version, The Library of the University of Visual Art Armando Reveron, Caracas
Habermas Junger, The Problem of Comprehension in Social Sciences, Volume 1-Reason and the Rationalization of Society, Boston, Beacon Press.
Habermas Junger, La Problemática de la Comprensión en Ciencias Sociales, Pp, 144-196, Teoría de la Acción Comunicativa I y II, Taurus
Schütz Alfred, El Conocimiento en los Mundos de la Vida Cotidiana, edited by Schutz wife Ilse Heim with Thomas Luckmann
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